En terapia me encuentro continuamente con un profundo desamor y falta de poder personal, me hablan del padre que golpeó o abandonó, de la madre fría que ignoró o maltrató, del tío que abusó o el amante que rechazó. Siempre las personas intentan buscar afuera a los responsables y muy seguramente los orígenes de sus profundos dolores se encuentren muy atrás en el tiempo, pero se quedaron abrazadas a la niña o la víctima, se identificaron con la herida creando un marco de creencias que refuerza la idea que tienen de sí mismos.
Observo que pocas personas se dan cuenta de sus estados emocionales y las pocas que perciben que algo no anda bien, dicen querer cambiar su condición desarmónica, pero o hacen muy poco para lograrlo o nunca sueltan la imagen que tienen de sí mismos y se encierran en murallas que aparentemente les protegen, en realidad se encierran con el verdugo dentro y eso que pasó hace 10, 20, 30 años sigue causándoles dolor, porque el victimario ahora son ellos mismos que aferrados a ese malestar como forma de vida continúan repitiendo hasta el cansancio los mismos dramas una y otra vez. Entonces el universo, que es un obediente termómetro de la vibración interior, atrae hacia sus vidas nuevas experiencias, relaciones y personas que reafirman sus antiguas creencias.
Algunos tienen dolores tan antiguos que se han anquilosado en su esqueleto haciéndolos rígidos, insensibles, desapasionados, porque nunca creyeron que hubiera algo que solucionar y siguen por la vida infelices con una gran sonrisa en el rostro, disfrazando eso que nunca trabajaron, eso que nunca vieron y se creen que todo quedo en el pasado cuando en realidad sigue allí como una memoria indeleble, pues lo que no traigamos a la conciencia sigue sembrado en lo profundo de la conciencia destilando juicio y desamor.
Muchas pretenden venir a terapia para que con una varita mágica se transforme en segundos el infierno que ellos alimentaron por décadas, me gustaría tener semejante poder, pero ni siquiera eso les ayudaría a salir del círculo de dolor porque es la persona con su amor, dedicación y medicina propia la que se transforma. En terapia hacemos un pequeño porcentaje del trabajo pero es en la cotidianidad donde cada uno pone todos sus recursos en post de la metamorfosis y cuando les digo enraízate, medita, haz esto o aquello, me dicen que no tienen tiempo, que el marido tiene el tv en la habitación y no hay otro espacio, que los hijos son pequeños y un sinfín de disculpas que los mantienen en su zona de confort, en el lugar conocido de la carencia, porque la verdad es que les da pánico abrir la caja de pandora.
Por supuesto que podemos cambiar el pasado, podemos liberarnos de estas marcas de dolor en nuestras vidas, podemos y en realidad somos los único capacitados para transmutar la historia, para ello hemos de abrir las manos y dejar ir la experiencia que nos dañó, no es necesario aferrarse a viejos dramas que ya pasaron, podemos dejar de ver los enemigos afuera y empezar a reconocer que es dentro de mí donde están el amor y el tesón que nutren. Es necesario pasar página con el capital de lo que esa experiencia aporto en nuestras vidas, con la conciencia y gratitud del aprendizaje que me dieron aquellos maestros y desde allí catapultarnos hacia donde queremos ir y estar, pues la única forma de transformar algo es verlo y morir a ello para renacer a un nuevo camino. Con profundo amor agradecer y trascender para continuar caminando con fuerza, poder y conciencia.
Sólo se cura quien realmente tiene deseos de sanar, sólo transforma quien coloca tiempo y esfuerzo en mirarse dentro, en cambiar hábitos, marcos de creencias en derribar su armadura. Sí En terapia me encuentro continuamente con un profundo desamor y falta de poder personal, me hablan del padre que golpeó o abandonó, de la madre fría que ignoró o estaba ausente, del tío que abusó o el amante que rechazó. Siempre las personas intentan buscar afuera a los responsables y muy seguramente los orígenes de sus profundos dolores se encuentren muy atrás en el tiempo, pero se quedaron abrazadas a la niña o la víctima, se identificaron con la herida creando un marco de creencias que refuerza la idea que tienen de sí mismos.
Observo que las personas dicen querer cambiar su estado emocional, pero o hacen muy poco para lograrlo o nunca sueltan la imagen que tienen de sí mismos y se encierran en murallas que aparentemente les protege, pero en realidad se encierran con el verdugo dentro y eso que pasó hace 10, 20, 30 años sigue causándoles dolor porque el victimario ahora son ellos mismos que aferrados a ese malestar como forma de vida continúan repitiendo hasta el cansancio los mismos dramas y el universo que es un obediente termómetro de nuestra vibración interior atrae hacia sus vidas nuevas experiencias, relaciones y personas que reafirman sus antiguas creencias.
Muchas pretenden venir a terapia para que con una varita mágica se transforme en segundos el infierno que ellos alimentaron por décadas, me gustaría tener semejante poder, pero ni siquiera eso les ayudaría a salir del círculo de dolor porque es la persona con su amor, dedicación y medicina propia que transforma. En terapia hacemos un pequeño porcentaje del trabajo pero es en la cotidianidad donde cada uno pone todos sus recursos en post de la transformación y cuando les digo enraizate, medita, haz esto o aquello, me dicen que no tienen tiempo, que el marido tiene el tv en la habitación y no hay otro espacio, que los hijos son pequeños y un sinfín de disculpas que los mantienen en su zona de confort en el lugar conocido de la carencia.
Por supuesto que podemos cambiar el pasado, podemos liberarnos de estas marcas de dolor en nuestras vida, podemos y en realidad somos los único capacitados para transmutar la historia, para ello hemos de abrir las manos y dejar ir la experiencia que nos dañó, no es necesario aferrarse a viejos dramas que ya pasaron, podemos dejar de ver los enemigos afuera y empezar a reconocer que es dentro de mí donde están el amor y el tesón que nutren, es necesario pasar página con el capital de lo que esa experiencia aporto en nuestras vidas, con la conciencia y gratitud del aprendizaje que me dieron aquellos maestros y desde allí catapultar nuestras vidas hacia donde queremos ir y estar, pues la única forma de transformar algo es morir a ello para renacer desde allí a un nuevo camino. Con profundo amor agradecer y trascender para continuar caminando con fuerza, poder y conciencia.
Sólo se cura quien realmente tiene deseos de sanar, sólo transforma quien coloca tiempo y esfuerzo en mirarse dentro, en cambiar hábitos, marcos de creencias. Sí he acompañado maravillosas transformaciones y siempre le digo a la persona, mi tarea es sólo acompañarte en el camino, pero tú eres la medicina, tú eres la guía, tu eres la maestra, sólo reconociendo el poder que tenemos dentro llegaremos a la consolidación de una nueva visión de nosotros mismos y de la vida. Por supuesto, hay que tener coraje para mirar la mierda que hemos alimentado por años, abrir el armario y botar fuera lo que ya no me pertenece, pero la recompensa es maravillosa, pues sólo abrazando las sombras podremos dar a luz al hombre o mujer de nuestros sueños con un compromiso irreductible de amor.
Dafne Arias Rodríguez